Revista de Colchagua Peperina (Edición Nº11 - 2014)
¿Cómo encontrar un espacio de felicidad auténtico para enseñarle a los niños que es factible ser feliz en un mundo tan tecnologizado y materialista? ¿Podremos detener el avance de la tecnología? ¿Cómo podría ser ésta nuestra aliada sin que nos aísle del resto?
Son algunas de la interrogantes que de una u otra forma el Espacio de Aprendizaje de Coaching Ontológico me ha ido mostrando a lo largo de estos años de mi formación como tal. Las personas pudiésemos tener 2 opciones ante los conflictos que el mundo de hoy nos presenta; huir de ellos si aprendimos a verlos como una amenaza, o sentirlos como desafíos, aprovechándolos como oportunidades de aprendizaje. La primera vez que oí esto de Rafael Echeverría, me costó procesarlo, comprenderlo, porque estamos en cierta medida programados por el «sentido común», que no viene a ser más que un juicio generalizado y que nos muestra una forma de ver aprendida, sin ser necesariamente la nuestra. Somos imitadores en la vida y nos cuesta mucho aprender y tomar consciencia de ello. Nuestras crisis, nuestros dolores, las manifestaciones de inconformidad con nuestros resultados, nos aportan oportunidades que posiblemente no vemos en un proceso al que pudiésemos estar renunciando facilmente a una posibilidad de mejora.
¿Qué puede aportar el Coaching Ontológico en todo esto? Creo que uno de los factores más importantes tiene que ver con hacer la distinción entre el ser que soy y el ser que pudiese ser. Y si lo llevo a la educuación, esto tiene mucho más sentido aún. Muchas veces los profesores cuando tratamos de evaluar, nos transformamos en jueces de algo que no hemos logrado mostrar: «Escucha, pues, ¿o no sabes escuchar?, Analiza , pues, ¿O no sabes analizar?…» Generalmente la respuesta es no, pues nadie aprende de la nada a escuchar, a analizar, a evaluar, a conversar… Abrir una conversación necesaria y cerrarla, saber pedir, respetar el espacio de los demás, entre otros, no solo son competencias genéricas exigibles por parte de la sociedad, también son aprendibles a partir de la experiencia.
Coaching es una experiencia, es acción y aprendizaje transformacional. Lo que no haces, no se ha aprendido a hacer, si no te transformas y desplazas a un nuevo y esperado yo, no ha habido aprendizaje. Conversar lo que me pasa, lo que nos pasa, hace la diferencia. Una buena negociación ha podido detener muchas batallas; lamentablemente, las competencias genéricas no están en el listado de objetivos por lograr en los Centros Educativos en la Educación Chilena, y es el conocimiento de más de lo mismo, lo que confluye finalmente como memorización inconclusa en un seudo aprendizaje de corto alcance en el tiempo. ¿No será que toda la información ya está en internet? ¿Qué podemos hacer en el aula con los niños entonces? ¿Cómo puedo transformarme en el ser que puedo llegar a ser? ¿Tengo las herramientas para hacerlo? En síntesis, ¿Cómo podemos proyectarnos como mejores personas?
Coaching para la Educación es una forma de ver y mostrar a los niños y jóvenes desde el respeto, es generar experiencias que pudiesen ser generativas en lo emocional, corporal y lingüístico para que encuentren en ellos la semilla del amor propio, necesaria para formar parte de una nueva y transformadora humanidad, buscadora de esperanza.




